Diseño de Cristina Soler                              En las cuatro paredes que me contienen A mí y mis recuerdos, existe mi universo, Un universo pequeño y recogido, casi una nada Que es mi todo, donde tengo mi cuerpo Confinado a la fuerza entre estas paredes, Ansiando volar alto con las alas del alma A regiones más limpias, a regiones más nobles, Donde no duelan tanto las miserias de ahí fuera, Esas grandes miserias de   aquellos que se sueñan grandes, Esas miserias tristes, por ser miserias de la gente pequeña Y miserias nacidas del egoismo de grandes y pequeños, Pegados todos   al error de creer sólo tener derechos. Y ni siquiera piensan que los derechos más sagrados Nacen de que debemos cumplir obligaciones, todos. Y desde este retiro y el alma dolorida, mirando al cielo, A Quien competa darlo, pido perdó...

Cuando va amaneciendo Y mi cama se inunda De la luz de una nueva   alborada, Esa luz inclemente desdibuja tu cuerpo. Tu imagen se va haciendo borrosa Hasta ya no ser más que uno más De mis sueños. Y yo me desperezo y sonrío dichosa. Doy gracias a la noche pasada Y me quedo confiada, sabiendo como sé Que cuando acabe el día regresaras de nuevo.                         CONCHA BELMONTE, marzo de 2.018

Busco sin esperanza amarte de otro modo. Intento no compartir mi amor, ni siquiera contigo. Procuro que mi amor sea tan íntimo, Tan secreto, tan loco, tan silencioso y   mío Que sólo sea yo quien lo conozca. Pero te amo tanto que esto es un vano intento, Y es que sin yo querer, tu nombre Se me sube a la boca, y se me vuela al viento.                              CONCHA BELMONTE, octubre de 2.015

Un perverso reloj que marca el destiempo, Una bruma que no oculta nada, Con un sol que hiela Y una luna malvada que espanta los sueños Son la compañía de mi triste alma Desde que te fuiste. Vuelve amor, regresa Que este mundo absurdo se esfume, Y de pronto sea lo que siempre fue Antes de tu marcha.   CONCHA BELMONTE, enero de 2.019

Tú me abandonarás cuando amanezca, Yo te veré partir sin un lamento Apoyada en el muro de este tormento Sin lágrimas, sin gritos, sin una queja. Cuando te marches, para que no parezca Que tu ausencia puede ser mi sufrimiento Tendré mi corazón siempre a cubierto Y me aseguraré que no padezca. Pero cuando mi corazón se muera Porque se morirá con tu traición, Cada día pondré en su tumba una flor roja. Lo cuidaré con mimo como si fuera A revivir con mi cuidado y devoción Y las flores hablarán de mi congoja.        CONCHA BELMONTE, agosto de 2.018