UN AMOR QUE NACIÓ VIEJO
El mar toda la noche ha estado quieto, quieto para mirar cómo a su orilla, nos ha nacido un amor que nos ha nacido viejo, y al llegar la amanecida vuelve agitando sus ondas y vigila cómo siembro a manos llenas mis tristes ojos de estrellas para alumbrar el camino de regreso. Caigo en tus brazos rendida, pero me levanto y sigo perdiéndome como humo arrastrado por el viento. No siento angustia ni miedo, sé, que al caer de la noche otra vez tomaré cuerpo para que me ames de nuevo y sin hacerte reproches abierta estaré a tu amor como se abre una magnolia cuando la acaricia el sol. CONCHA BELMONTE, septiembre de 2.019