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Mostrando entradas de marzo, 2022

MÍRAME AMOR

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      Mírame amor. Pero no digas nada. No digas nada para no interrumpir este fundirme en ti, en tu mirada. Deja que me disuelva en la brumosa magia   de tu mirada, en la luz deslumbrante de tu mirada, en el dulce veneno de tu mirada, en la gloria constante de esa mirada, que sólo con mirarme me muestra el cielo.                     CONCHA BELMONTE                   diciembre de 2.016

PLAYA DE LOS DESENGAÑADOS

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      Me has ofrecido a manos llenas lujos que ni queridos, ni soñados y sin embargo de tí sólo me has dado ausencias, disculpas y un mar de penas.   Para dar fuerza al alma me recosté en la arena de la playa que acoge a los desengañados de deseos sin cumplir muy trabajados con paciencia, con fe, con actitud serena.   Me arranqué el corazón porque no viera que querías comprarme con dinero lo que no tiene precio ni está en venta.   Sin corazón no hay arma que me hiera el espacio de este jardín sin jardinero al que a nadie tendrá que pedir cuentas.       CONCHA BELMONTE       marzo de 2.019

SOÑANDO EL MAR

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        En el mar de mis sueños ocurren muchas cosas que sólo yo las veo. Sentada en una roca cuando el mar está en calma, casi sin olas, plano y brillante como un espejo, un alcatraz hambriento picotea con ansia un banco pequeñito de peces muertos y con el buche lleno, extendiendo sus alas, levanta el vuelo y se me pierde, y allá a lo lejos, mientras va anocheciendo la luna llena asoma su disco de oro en el horizonte y entre la luna y yo, la vela de un barquito se transparenta como salida de una acuarela. Y me inunda la paz y lloro de emoción, y mientras lloro, musito para adentro una humilde oración.     CONCHA BELMONTE     marzo de 2.019 SOÑANDO EL MAR       En el mar de mis sueños ocurren muchas cosas que sólo yo las veo. Sentada en una roca cuando el mar está en calma, casi sin olas, plano y brillante como un espejo, un alcatraz hambriento picotea con ansia un ba...

AMANTE DE MEDIO PELO

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      La tarde de aquel día, gris, medio mojado y aburrido, entró en trance de muerte y no se dio ni cuenta que se estaba muriendo. Hizo ese gorgorito extraño que hacen los que agonizan. Como por alargar un poco la vida   que se le iba, estiró encima de los montes lejanos,   un rayo de su luz que agonizaba, tan gris y tan medio mojado como el resto del día, y se rindió por fin y en su fracaso le dio paso a la noche, que llegaba con prisa. Yo desde la ventana me puse a llorar como una tonta y sin saber por qué, te me viniste a la memoria, con tu paso desangelado, gris y agonizante por la vida, por tu vida que la arrastrabas como el que arrastra una condena, y entraste en la mía, con tu paso cansino a dejar un equipaje que no pesaba nada, pues nada contenía. Después me sequé las lágrimas y agradecí a la noche y su bendita oscuridad librarme del dolor de aquella tarde muerta y su fealdad, y con su ayuda arrugué tu recuerdo, lo...