EL TRITÓN Y LA SIRENA

Sentada
displicente sobre la roca húmeda,
agitando
tu pie las mansas aguas, contemplas
con
un leve suspiro, ir y venir tardías,
sin
gracia y sin sentido, las olas perezosas;
cual
tu vida, sin sentido también, igualmente vacía.
Cuando
de pronto notas que están en ti clavados,
llenos
de interés nuevo los ojos rutilantes
de
un hermoso tritón.
Sorprendida
y contenta, sonríes amigable
a
la imagen insólita y una chispa caliente
se
enciende en tu interior.
Y
piensas, que quizás no es tarde todavía,
que
incluso a estas alturas, puede encontrar
la
esperanza su sitio. La esperanza,
esa
astuta sirena, que te canta de lejos,
y
su dedo de nácar te señala un camino.
Mientras
con la otra mano,
una
pequeña rama de coral rosa,
está
invitando a entrar en su cueva marina,
de
mullidos lechos de relucientes algas
y
anémonas de mar, llena de hermosas conchas
cada
una de ellas, con su preciosa perla,
al
incauto tritón, que deja de mirarte
y
acude a su reclamo.
CONCHA
BELMONTE, 2.008
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