OTRA VEZ SÁBADO
Como cada sábado antes de decidir sobre qué me hago una
reflexión, me asomo a mis ventanas. Primero me asomo a mi ventana real, la de
mi habitación, para ver que ha amanecido un día precioso, luminoso, con una
brisa fresquita que es una delicia, un cielo sin nubes que me deja ver su azul
y me transmite alegría de vivir. Con este buen ánimo me preparo el desayuno y
me siento ante las ventanas virtuales, y, mientras tomo mi café mañanero pongo
un telediario para tomar el pulso a lo que va a dar de sí el día. Para las
noticias no hay más que un solo tema: El Covid.19, que es verdad que está ahí y
que tenemos que prevenirnos de sus consecuencias, y por desgracia, sus
consecuencias no son sólo las personas contagiadas y las personas fallecidas,
con ser esto una tragedia. Sus efectos colaterales, que son varios, son tan
malos y a la larga serán peores que la propia enfermedad. Las máquinas, invento
humano, sobre todo las máquinas de la comunicación, se están convirtiendo en
nuestros amos y en vez de ser una herramienta a nuestro servicio, están
logrando hacernos servidores y esclavos de su utilidad. El telediario que
empecé a ver y oír, y que apagué en unos minutos, la presentadora durante ese
tiempo, repitió la palabra Covid más de treinta veces, y las escenas que iba
ofreciendo eran de pura violencia en las calles, que reprimían la policía,
también con un nivel alto de violencia, o bien de ingeniosos técnicos de NNTT,
que están creando obras virtuales a las que no hay más remedio que reconocerles
originalidad y belleza, que la tienen, pero sobre todo dan miedo si es a eso a
lo que estamos abocados. O conferencias, donde los conferenciantes y los
oyentes están en una pantalla en pequeños cuadraditos, como si fueran una página
de un álbum de cromos. Y en el mundo siguen habiendo muchas más cosas que
merecen atención, enfermedades que producen tantas muertes como el dichoso
virus y ni se las menciona, ni se las atiende, personas que añoran y necesitan
el contacto directo con sus semejantes, porque el ser humano, como todos los
animales sociales, no puede vivir sin alienarse, aislado del grupo al que
pertenece, y el ser humano, casi siempre que se aliena, resuelve el problema
volviéndose violento.
Recordemos que las máquinas son herramientas a nuestro
servicio para facilitarnos la vida, pero si nos sometemos a su tiranía nos
convertimos en sus esclavos, y si nuestro sueño es Libertad, Igualdad, Legalidad,
Solidaridad, defendámoslas, aunque valorando el precio que cuestan.
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