UN ATARDECER CUALQUIERA

 

 

 

Se está escondiendo el sol por detrás de los picos

de la sierra, pero aun pone sobre la mar

cabrilleos de oro como besos de amante

que no quisiera irse, y el mar recibe la caricia

y se serena, mientras viene a lamer

la arena de la orilla, justo allí dónde tengo los pies.

Una extraña nostalgia me invade de repente

sin que sepa de qué, y caigo de rodillas

con los ojos al cielo e imploro humildemente:

Señor, ayúdame a fundirme en la belleza

que me estás regalando, quiero formar parte de ella

hasta el momento que dispongas de mí,

y permite que mi última hora sea como esta.

 

CONCHA BELMONTE

    junio de 2.020 

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