A LA DERIVA

 


 Llevo largo tiempo flotando a la deriva.

Por suerte, este mar que me mueve

casi siempre es sereno.

Aunque a veces se encrespa y levanta sus olas

que me dejan desecha, con el cuerpo

arañado y tundido y con el alma rota.

 

Y no sé ni el nombre del mar que me mueve,

sólo sé que es tibio, que acuna mi sueño

cuando me amodorro, y cuando despierto

y él está sereno, me besan sus aguas

con un leve beso que sabe a salitre,

y cierro los ojos y vuelvo a dormirme.

 

Y no me pregunto si estoy viva o muerta,

para qué preguntas, para qué respuestas,

tengo yo poder de hacer que esto cambie?

de qué ha de servir lo que yo responda?

si el grande es el mar que mueve las olas,

y hasta puede ser que él tampoco sepa.

 

 

         CONCHA BELMONTE

              junio de 2.018

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