DIRIGIENDO LA ORQUESTA
Cuando llega la luz de la tarde,
esas tardes limpias de la primavera
me sacan los versos que sin yo querer
se me atragantaron allá al mediodía.
Los dejo que salgan, se alinean despacio,
y unos se estiran y otros se encogen,
otros, una vez ya fuera, alisan palabras
dándole belleza, y otros con gesto galante
y ademán muy fino, agarran un buen adjetivo
y lo pasan gentiles al verso de abajo.
Yo cierro los ojos, y los dejo que solos hagan su trabajo.
Y espero. Después, cojo la batuta como en una orquesta
Y al ritmo de todos los versos los voy ayudando
a encontrar su sitio dentro del poema.
CONCHA BELMONTE
abril de 2.019
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