POEMA EN UNA ROSA
Me enviaste un poema
atado al tallo de una rosa,
las espinas del tallo rasgaron el papel
y no pude leerlo. Esas espinas,
cómo al papel de tu poema, me hicieron daño
convertidas en el indicio de un mal presagio.
Aun guardo los restos de papel
de aquel poema que no supe leer en su momento,
que marcó la distancia entre tú y yo
porque aquellas espinas abrieron una puerta
que aunque crucé con miedo,
me señaló un camino que he seguido fielmente.
Pero me dueles, aun me sigues doliendo
aunque te dije adiós.
Y me entregué a la muerte sin dolor y sin lágrimas.
Fue mi muerte elegida, pero sigue doliendo
caerme de tus manos para morir,
y a la muerte o le abres los brazos
o ella calladamente te agarra por detrás
y te lleva a ese sitio donde lleva a los vivos
y allí se quedan toda la Eternidad.
He decidido que aunque esté muerta
seguiré vigilando por ver si resucito
y mi muerte y tu ausencia sólo fue un sueño.
CONCHA BELMONTE
enero de 2.020
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