LA VIEJA CASA
Trepa la hiedra, como verdes sierpes,
abrazada a tus muros.
Y en tus huecos ruinosos
anida su follaje,
y su capa mullida te va cubriendo.
Un aire antiguo silba, casi en silencio,
por tus viejos pasillos,
morada de fantasmas
que a nadie infunden ya temor.
Gotas de luz que llueven
por entre los resquicios
de tus ondulaciones,
temblor de hojas tiernas
movidas de mano de una brisa
que a veces se detiene,
como por recordarte
que habéis tenido ambas
otro tiempo mejor.
Y quizás siente lástima
de ti, su vieja compañera,
ella que nunca muere;
y ve cómo te vas muriendo
día a día, gota a gota,
con esa muerte lenta
de los abandonados,
con esa muerte triste
de aquellos que para nadie cuentan.
CONCHA BELMONTE
marzo de 2.010
La hiedra embellece y protege las viejas casas.
ResponderEliminar