GUADALORCE
Por la reseca tierra antequerana,
cuando el terral, que baja de Castilla
y la
azota inclemente queriendo consumir la Vega,
transcurre
el Guadalhorce, perezoso y esquivo,
y entre
las breñas salta sin prisa y sin empeño
de parecer
lo que no es.
Y
recuerda su memoria de viejo río sabio
cuanta
historia de hombres sucedió en sus orillas,
mientras
él caminaba buscando su destino;
y a su
lado pasaban Tartessos y Fenicia,
Cartago
y Roma, y en oleadas sucesivas,
los
vándalos silingios, godos y visigodos.
Y por casi un milenio, los moros ilustrados
llegados
del oriente cercano, y que fueron barridos
por la
llamada reconquista de los reyes cristianos;
por eso
su ribera es la más rica tierra en huellas
de la Historia,
mientras, su pasividad generosa
fertiliza
el valle que atraviesa y lo vuelve un Edén.
Y al
fondo el río serpentea, indiferente a todo,
en su
paciente búsqueda del mar, sabiendo
con
sabiduría de viejo experimentado,
que al
final su destino, inexorablemente,
se va a
cumplir cuando sus aguas dulces,
se
junten en abrazo de amante, con las salobres
aguas
del Mediterráneo.
CONCHA BELMONTE
mayo de 2.006
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