MORIR PARA SEGUIR NACIENDO

 


 


Llegó un momento que me puse a caminar

con la sola compañía de mi sombra.

Cuando pesa tanto esa cosa llamada soledad,

cuando el desengaño ni siquiera te nombra,

ni el mar en calma te refleja la luna,

y cuentas las estrellas una a una

para olvidarte del olvido,

bajas a los abismos para ver a los demonios.

Y de pronto descubres que puedes remontar sola

tanta amargura, aceptas todo el daño que te sirvió

para sentir, que como el ave Fénix,

sólo se muere para nacer, y, con suma alegría

compruebas que morirte cada día

te sirve de camino para volver a ser.

 

 

   CONCHA BELMONTE

       junio de 2.019

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