A BLAS DE OTERO
Me perdí sin advertirlo en medio de mi mundo,
o quizás de un mundo ajeno que yo creía mío.
Y en mi extravío, giraba torpemente
igual que una peonza en las manos de un niño
que no sabe jugar.
He confundido el norte con el sur,
he hollado la nieve en medio del estío,
pisado las riberas de ríos caudalosos
y rota de no saber hallarme, ni a mí, ni mi camino,
me he dejado caer y apoyé la cabeza
en la hierba reseca de la sombría
alameda.
Y lloraban por mí las hojas de los álamos.
Y de pronto entendí qué era lo que andaba buscando.
Y con todas mis fuerzas le grité al mundo:
pido la paz y la palabra,
porque del resto voy a encargarme yo.
CONCHA BELMONTE
abril de
2.018
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