UN AMOR QUE NACIÓ VIEJO
quieto para mirar cómo a su orilla,
nos ha nacido un amor que
nos ha nacido viejo,
y al llegar la amanecida
vuelve agitando sus ondas
y vigila
cómo siembro a manos
llenas
mis tristes ojos de
estrellas
para alumbrar el camino de
regreso.
Caigo en tus brazos
rendida,
pero me levanto y sigo
perdiéndome como fuego
arrastrado por el viento.
No siento angustia ni
miedo,
sé, que al caer de la
noche
otra vez tomaré cuerpo
para que me ames de nuevo
y sin hacerte reproches
abierta estaré a tu amor
como se abre una magnolia
cuando la acaricia el sol.
CONCHA BELMONTE
septiembre de 2.019
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