LLEGÓ LA NOCHE

 

 


 Llegó la noche al mundo, y con ella

llegaron las tinieblas,

la oscuridad, la pena y el dolor,

y en medio del dolor, en él perdida,

la negación acérrima de amor,

y de amistad sincera.

La compasión no logró abrir la puerta,

y en esta noche negra no queda otra salida

que el consuelo del llanto.

El único regalo que el ingrato Destino

brinda, con avaricia, a los desheredados.

 

Así pueblos enteros, agobiados y con paso cansino,

por siempre condenados a vivir en la noche,

con el solo consuelo de su llanto.

Y hay pocos que quieran entender

que son nuestros hermanos.

Quizás con esto el Destino pretenda

hacernos comprender, que si queremos,

el Destino puede estar en nuestras manos.

Nuestras manos, casi siempre unas manos

que sólo miran si es el suyo, al Destino

sin importarles nada vivir en las tinieblas.

 

 

 

        CONCHA BELMONTE

             agosto de 2.018

 

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