VIVIR PARA SEGUIR MURIENDO

 


 


Vivir sólo para seguir muriendo.

Cuando el amanecer

de lo que pudo ser un nuevo día,

sólo fue oscuridad y tristeza, vaga melancolía,

añoranza de lo que nunca ha sido

porque no fue posible.

El chirrido quejoso del viento detenido

en la frontera justa del llano polvoriento.

El aullido del perro guardián

de las promesas rotas, los celajes rojizos

veteados de negras profecías

que se aprietan contra la línea seca

de un horizonte incierto.

Y en medio de esta desolación,

el alma mía.

 

    CONCHA BELMONTE

           abril de 2.015

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