LA MAESTRA DEL ALMA
Es
necesario a veces sublimar la tristeza.
Y
a fuerza de dejarla fluir por nuestras venas
se
pule y va adquiriendo formas
que
la hacen suave, ovalada,
redonda,
o
sólo más pequeña.
Y
de pronto comprendes que ya es otra cosa,
ni
mejor, ni peor, solamente, otra cosa
más
serena que apenas duele, que respira contigo,
al
compás de su propio latido,
sin
esfuerzo, por su cuenta.
Hasta
que una mañana reparas que te roza,
con
cuidado allá dentro de ti. La miras,
y
brota una pequeña luz que te hace feliz
por
un momento.
Te
esponjas en un leve suspiro y murmuras:
tristeza
amiga, gracias.
Mucho
de lo que sé te lo debo a tí.
CONCHA BELMONTE
enero
de 2.018
Comentarios
Publicar un comentario