EL PARAÍSO ENSOMBRECIDO
La paz y la armonía han tenido su sitio
en la
luz de la tarde que le dio su belleza.
Todo
ha sido perfecto en el aura rosada;
la
fuente susurraba la música del agua,
el
mejor de los bálsamos para borrar las penas.
Los
pájaros cantaban sus trinos de alegría
alabando
la gloria de la naturaleza.
Contra el azul brillante de la celeste bóveda
apareció
de pronto, tenue, vaporosa la niebla
que
con giros pequeños fue espesando su esencia.
Y fue
dándole forma a un oscuro demonio
proyectando
su sombra sobre el rincón sereno;
el
aire quedó preso en esta turbia nube, y una lluvia
de
malos sentimientos, lo fue anegando todo
con
su limo de duda, de envidia y de recelo.
CONCHA BELMONTE
junio 2.007
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