NADEANDO

 


 


A las puertas de la nada,

me paro y miro hacia dentro

buscando un pequeño hueco

donde descanse mi cuerpo,

pero es tan grande la nada

que mirarla me da miedo.

 

A las puertas de la nada,

la nada que no es un templo,

tan grande que lo parece

Y hasta a Dios le da respeto

que la toca con su Dedo

por ver si la empequeñece.

 

A las puertas de la nada,

ese espacio tan inmenso,

tanto como el Universo,

me pregunto y me contesto:

Yo que soy tan poca cosa

mejor me vuelvo en silencio.

 

A las puertas de la nada,

tomar una decisión

no es ninguna cobardía,

más que cobardía es talento,

por eso a mi rincón vuelvo

y allí me quedo al acecho.

 

Y que la nada con Dios

arreglen sus desarreglos.

 

CONCHA BELMONTE

  Mayo de 2.022

 

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