NADEANDO

A las puertas de la nada, me paro y miro hacia dentro buscando un pequeño hueco donde descanse mi cuerpo, pero es tan grande la nada que mirarla me da miedo. A las puertas de la nada, la nada que no es un templo, tan grande que lo parece Y hasta a Dios le da respeto que la toca con su Dedo por ver si la empequeñece. A las puertas de la nada, ese espacio tan inmenso, tanto como el Universo, me pregunto y me contesto: Yo que soy tan poca cosa mejor me vuelvo en silencio. A las puertas de la nada, tomar una decisión no es ninguna cobardía, más que cobardía es talento, por eso a mi rincón vuelvo y allí me quedo al acecho. Y que la nada con Dios arreglen sus desarreglos. CONCHA BELMONTE Mayo de 2.022