ME ABRIGO EN TU MANO
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Miro un día lejano que siempre está vivo muy dentro de mí y veo que de nuevo me abrigo en tu mano. Tu mano en la mía descansa y respira, y mientras me miras, yo miro tu palma sedosa y le doy la vuelta para ver curiosa esa red enorme de ríos azules que llevan tu sangre en forma de tules por todo tu cuerpo dándole el calor que a ti te alimenta y a mí corazón también le da vida. Siento el golpeteo de esa sangre tuya que al fluir palpita y suena en mi piel con la precisión y el ritmo constante de un tambor tensado por obra divina y cierro los ojos para concentrarme en ese fluir del río de tu sangre y dejo que fluya. CONCHA BELMONTE enero de 2.019